La guionista (Parte 1/2)

Maya, escritora erótica, anda decepcionada últimamente con los resultados de su blog y su progreso en redes sociales. Sin embargo, su síndrome de la impostora se borra de un plumazo cuando recibe un email de Adrián Morte, responsable de RRHH de la productora de cine porno XL Entertainment. Tiene un trabajo para ella.

3/11/20259 min read

“Oculta en un baúl de la casa, Sherry contiene la respiración mientras siente cómo unos pasos se aproximan. No sabe si sus compañeros han logrado huir, pero se hace a la idea de que está completamente sola para salir de allí. La soldado se coloca una mano en la boca para que su respiración, cada vez más agitada por el nerviosismo, no delate su escondite. Es en vano. Los pasos se aproximan y, sin segundos de transición, alguien abre la tapa del baúl a la luz de la mañana radiante que entra por la ventana.

—¡Vaya! ¿Pero qué tenemos aquí? Si es una soldado enemiga.

Sherry ha percibido el tono, así que se le pasa el miedo. Sabe que todavía puede jugar una última carta para escapar: la de sus armas de seducción masiva”.

—“¿Armas de seducción masiva?”. Madre mía, Maya, ¡céntrate! Y el nombre que he elegido, Sherry, cada vez me convence menos.

Maya se suele reprender en voz alta cuando está escribiendo algo que no le gusta. Eso la ayuda a disociarse de su yo escritora y ser crítica consigo misma. Últimamente anda decepcionada. Sus suscriptores en plataformas de audio rondan los 2.000, pero se siente estancada y no consigue encontrar nuevos seguidores en las redes sociales en las que tiene perfiles. Entre los pocos comentarios que sus oyentes le dejan en iVoox, hace unos días recibió uno que calificaba sus historias como “aburridas”. Pese a todo, se ha prometido a sí misma que no va a desfallecer. Pase lo que pase, continuará con su proyecto, aunque sea solo por lo feliz que es cuando escribe erótica.

Como si el universo hubiera escuchado ese juramento interno y confabulado para concederle sus deseos, una semana después recibe un email en la bandeja de su correo de escritora.

“Buenos días, Maya.

Soy Adrián Morte, responsable de personal de la productora XL Entertainment. Es posible que hayas oído hablar de nosotros, ya que estamos detrás de títulos tan conocidos como ‘La vampiresa que sí adora las estacas tiesas’ o ‘En abril, pollas mil’, que han sido éxitos recientes del cine X.

Hemos escuchado muchos de tus relatos y queremos felicitarte, resultan muy adictivos y excitantes. Tanto nos gusta tu trabajo que nos gustaría hacerte una propuesta. Si nos das tu teléfono, te llamamos para darte más detalles. Quedo a la espera.

Un saludo y muchísimas gracias”.

Maya tiene que leer el email varias veces para creerse lo que le está pasando, sobre todo, la parte en la que aquel profesional del cine X la felicita por su trabajo. ¡A ella! En solo dos párrafos, el tal Adrián Morte ha conseguido que venza su síndrome de la impostora. Así que, tras un par de horas informándose sobre XL Entertainment y verificar la dirección y la identidad del emisor, ha decidido contestar al email. No solo por la euforia de sentir su talento literario validado, sino porque la productora parece muy bien asentada en el sector.

Tres días después, Maya viaja desde Toledo hasta Madrid para asistir a la entrevista. Adrián Morte, que la contactó por email, la espera en una mesa junto a otros hombres: Rodrigo Caro, el jefe de guionistas, y Pedro Blanco, uno de los vicepresidentes de la productora. En una larga introducción, Adrián le cuenta todos los pormenores del nacimiento de la compañía, hasta que, por fin, explica qué esperan de ella.

—Maya, como te conté por email, hemos oído tus relatos y creemos que tienes creatividad suficiente como para contar historias originales, divertidas y adictivas. No te hemos escogido al azar, ni queremos que seas una simple guionista júnior. Tú formas parte de un proceso mayor. La productora se ha propuesto acaparar mucho más público femenino y, para eso, necesitamos mujeres jóvenes con tu perspectiva.

—“¿Mi perspectiva?” —pregunta Maya.

—No somos los primeros que nos lo proponemos en la industria, pero nos gustaría que este fuera el intento definitivo. No estarás sola, por supuesto, estamos hablando con otras mujeres de la industria, y Rodrigo se está formando mucho también.

A Maya le parece que la idea de contribuir a la transformación del porno, a cambio de 2.000 € al mes más alojamiento, es más de lo que imaginó cuando comenzó a escribir sus relatos eróticos. Ni siquiera tendría que dejar su proyecto, que está empezando a generar algo que aún no le da ni para pagarse la suscripción a iVoox, pero algo es. Maya acepta.

Como parte de su introducción en la compañía, y para adaptarse a la dinámica de trabajo, Maya tiene que asistir a un rodaje. Adrián le ha explicado que la productora tiene un porcentaje de la propiedad de los estudios más importantes de España dentro del cine X, considerando el número de títulos que se graban en ellos.

—Al principio te puede impresionar un poco, pero relájate, de verdad, te acabas acostumbrando. Ellos están… Bueno, trabajando —le explica Adrián, esbozando una leve sonrisa al final.

El director de la película que XL Entertainment rueda en aquel momento es Julián Bastida. Y la protagonista, una actriz consagrada y con legión de fans dentro del género, es Estrellita X. Hechas las presentaciones, Julián explica el argumento de la película.

—Nuestra Estrella interpreta a Clara, una mujer que se ha cansado de años y años de infidelidades, ninguneos y desprecio. Ha preparado una venganza para Kiko, su marido, y, para ello, ha seducido y convencido a su suegro, Don Alfonso.

—La tendencia nos dice que la venganza femenina va al alza, y algunas de nuestras seguidores más fieles, que hacen de consultoras puntuales, han dicho que les encanta la idea —apunta Adrián.

—Queremos presentar a Clara como un símbolo de empoderamiento, una mujer que está tomando el control de su vida y que no tiene que esforzarse en mantener las formas, porque ya no tiene miedo a que su marido la acuse de loca —apostilla Julián.

—Entiendo —musita Maya, que, durante todas las explicaciones, no ha dejado de tomar notas en su cuaderno.

Ha preferido mirar para otro lado y no distraerse con la visión de uno de los actores, un cincuentón muy atractivo que se está masturbando a solo unos metros para conseguir una erección que va a necesitar en pocos minutos.

El rodaje da comienzo. Kiko se encuentra amordazado y atado de pies y manos a una silla al fondo, justo delante de la mesa de billar. Clara lo mira de rodillas desde el tapiz. Lleva un conjunto lencero en negro con correa en los muslos, de las medias a la parte superior del tanga. De forma aparentemente distraída, enrolla entre sus dedos un mechón de su cabello corto rubio platino, que contrasta con el intenso rojo del labial. Maya se fija en que la actriz tiene pintado un sugerente lunar en la comisura de la boca.

El elenco y el equipo técnico se ponen en marcha para comenzar el rodaje. “¡Acción”. Kiko permanece atado a la silla y amordazado. Para su estupor, Don Alfonso, su padre, hace acto de presencia completamente desnudo. Es un hombre maduro, el mismo que se estaba masturbando hace solo unos minutos. Con su media melena llena de mechones plateados, su tez morena y su silueta torneada rezuma sensualidad.

—Hola, hijo —dice el actor.

Son las dos únicas palabras que se escuchan antes de comenzar la práctica sexual. A continuación, Don Alfonso llega hasta donde está Clara y le da un “beso” en la boca, si se puede llamar así, porque no es un toque ni una leve opresión de labios. Son lengüetazos lascivos que hacen a Kiko hiperventilar y a los amantes calentarse. Debe de ser suficiente, porque no hay más preámbulos.

Don Alfonso besa la piel sobre el pecho de Clara que sobresale de su sujetador negro. Ella se deja caer sobre el tapiz, alargando las manos por detrás de su cabeza para despejar las bolas de billar, que salen disparadas en todas direcciones. Al recorrido del dedo de Don Alfonso sobre su braguita, a la liberación de sus pechos y a las caricias en el pezón con labios y lengua, la actriz se revuelve como si quisiera sacudir de su cuerpo un dolor insoportable, como si aquel tapiz fuera un altar para el sacrificio humano.

Don Alfonso bordea la mesa para colocarse ante los pies de Clara y, antes de girarse de nuevo hacia ella, dedica a su hijo una mirada inmisericorde con una sonrisa de suficiencia. Después, sujeta las bragas de su nuera desde sus caderas y tira de ellas bajando también las correas y las medias.

—Oh, Don Alfonso, no se atreverá usted, ¿no? —dice ella.

Por fin, el padre se sube al tapiz para comenzar toda una coreografía sexual con la esposa de su hijo: la penetra vía anal, ambos de rodillas y mirando a Kiko; la levanta desde las caderas para acercarla al borde, de manera que su hijo tenga casi un primer plano de su sexo abierto, y luego baja de la mesa para arrodillarse a la altura ideal e incrustar la lengua en su coño, arrancando sus súplicas.

—Don Alfonso, por favor, no, no.

Una resistencia vana y fingida que, al ser ignorada, llena de espasmos el sexo de Clara instantes después, en pleno orgasmo. Kiko aprieta los puños y se revuelve en la silla, lleno de ira, pero aquel no es el final. Aún tiene que ver a su padre correrse en la boca de su mujer, con las nalgas apoyadas en la mesa de billar, tras la mamada que ella le ha regalado de rodillas con un entusiasmo que nunca le ha mostrado a él.

Lejos de que la excitación de esa primera vez la desconcentre, Maya, profesional, se ha pasado toda la escena haciendo anotaciones en su cuaderno. Ha apuntado lo que recogían las cámaras, los ángulos desde los que grababan, las posturas, la iluminación, la ambientación y hasta el pírrico diálogo.

—¡Corten! Madre mía, brutal, habéis estado increíbles.

El director se deshace en aplausos espontáneos, seguidos por un entusiasta Adrián. Parece muy satisfecho. Mientras los actores se enfundan en sus batas y el equipo técnico cambia sus posiciones, el director, cortés con la nueva, pregunta a Maya.

—¿Qué te ha parecido?

—Pues he notado que las cámaras se centran mucho en las zonas del cuerpo de Clara que toca o besa Don Alfonso. Hay mucho plano cerrado de pechos y cadera sin contexto emocional, en mi opinión, cuando hay ocasiones en las que un primer plano de la cara de Clara quedaría más justificado. Por momentos, dos de las cámaras estaban capturando ángulos bajos que resaltan algunas de sus características físicas, pero también hace que parezca como más sumisa, ¿sabes? En general, creo que la coreografía ha dado más protagonismo a la dominancia masculina.

Julián Bastida no da crédito. Ha escuchado su perorata sin mover la cabeza, sin pestañear, con el mismo gesto que tendría si estuviera viendo a un actor con ocho pollas.

—¿Algo más? —dice en cuanto logra articular palabra, irónico.

—Bueno, creo que los diálogos podrían ser un poco más complejos, pero bueno, supongo que para eso estoy yo aquí —ríe. —También podríamos darle una vuelta a las tramas, porque esto del hombre infiel es un cliché que no necesariamente empodera a la mujer, ¿sabes? Más bien profundiza en el estereotipo de la mujer despechada, la femme fatale, y el tema del empoderamiento termina fetichizado solo para la excitación del hombre. Yo creo que…

—A ver, a ver, a ver, niña, ¿cómo has dicho que te llamas? —interrumpe el director, que ha llegado al límite de su paciencia.

—Me llamo Maya —contesta la nueva guionista, sonriendo.

—Acabas de aterrizar aquí porque tienes un blog de no sé qué que leen cuatro o cinco cuckholds beta, ¿y vas a venir a decirme a mí, que llevo 343 películas con esta, cómo tengo que hacer mi puto trabajo?

Maya mira de reojo a ambos flancos y se da cuenta que todo el set es testigo de aquella conversación. Nadie quiere perder ripio.

—Bueno, estudié asignaturas sobre cine en la facultad y me he estado…

—Ya, asignaturas. Yo estudié Cine, ¿sabes? Y no me parto todos los días los cuernos para que cualquier niñata empoderada venga a decirme las gilipolleces que tú has dicho.

—Pero si me has preguntado que qué opino.

—Por ser amable, estúpida, porque yo ni siquiera…

—Bueno, bueno, bueno, vamos a calmarnos un poco. Maya, espérame un momento en el pasillo —tercia Adrián ante un indignado director, que cada vez estaba elevando más el tono.

Maya obedece, desconcertada. Sale del set a un pasillo con poca iluminación en el que tiene suerte de que no haya nadie, porque no querría que la vieran llorar en su primer día.

La puerta se abre unos minutos después y Maya se limpia las lágrimas con precipitación. Pero no es Adrián quien sale, sino Estrellita X, la actriz que ha encarnado a Clara en la escena que acaban de rodar.

—Vaya, parece que quieres convertirte en la nueva estrellita, ¿no? —dice.

—Yo no…

—Has empezado muy mal, tonta, te queda mucho por aprender. Ven a mi camerino en un ratito, anda, chulita, te voy a dar algunas lecciones. Pero espérate al Adri y lo avisas, que aún va a tardar un rato en tranquilizar al Spielberg del porno.

La actriz pasa por delante de ella y enfila el pasillo descalza. Su caminar seguro y su pelo caoba hasta casi la cintura, ya liberado de la peluca rubia Marilyn, ha cortado a Maya las ganas de más llanto.