Lara, la pugna entre el amor y el éxito
"Me gustaba verla jugar, desplegando ese tenis tan desbordante. La contemplaba en los primeros planos que le hacía la cámara en las breves pausas de espera, justo antes de la recepción de una nueva pelota. Solía llevar su largo pelo castaño recogido en una coleta, sobresaliendo de un accesorio con visera con el que se protegía del sol. Hacía luces y sombras en su rostro, con nariz pequeña y respingona y labios carnosos. Hubiera pasado por una chica agraciada como otras tantas si no fuera por aquellos inmensos ojos color miel, que la dotaban de una belleza exótica. Eran dorados, casi amarillos. De otro planeta, como su tenis".
Así es como el actor británico Harry Cross describe a Lara Martín, la tenista sevillana que ha conquistado la élite del tenis mundial. Aunque LRDA es una novela coral, Lara es el germen de todo.
Sus orígenes humildes no le han impedido triunfar en un deporte tan elitista, y eso es parte de su éxito. Lara es disciplina, compromiso, dedicación y fortaleza mental, pero también duda e incertidumbre, como cualquier mortal. Se debate continuamente entre el tenis y la familia, entre la vida profesional y la personal. Y, para ponerlo todo patas arriba en un año excepcional, Harry aparece en el tablero para incrementar esas viejas tensiones internas.
Dicen que todas las novelas tienen algo de autobiográficas y, aunque hay mucho de Azahara en Lara, creo que, sin querer, la doté con todo lo que siento que a mí me falta. Es muy yo y, a la vez, muy anti-yo.