Saynata (Parte 2/2)

Lili y Josep han montado una rutina de trabajo que, aunque exige prisas, les resulta mmmmuy placentera. En solo unos meses está lista la exposición “Saynata” para el nuevo espacio Fenoi y, como crítico, invitan a Marc, el ex de Lili. Él acude para llevarse una sorpresa mayúscula…

10/8/20246 min read

Sobre las 6 de la mañana, un punto de luz blanca ciega brevemente a Josep, que ha entreabierto los párpados. Tarda un par de segundos en recordar dónde está y se levanta para ver qué está haciendo su anfitriona.

—Lili, pero, ¿ya estás levantada? ¿O es que nos has dormido?

—Lo segundo, pero tranquilo, la noche me hace bien. En la oscuridad he parido mis mejores obras.

Josep se queda mirando aquello en lo que Lili está trabajando. Le llaman la atención algunas formas y colores, pero no lo entiende, así que pregunta:

—¿Qué es?

—Pues verás, he pensado en algo que puede casar mucho con la filosofía de la galería, a ver qué te parece. Mi idea es combinar grandes esculturas de materiales sintéticos con collages en las paredes que empleen neones y pinturas fluorescentes. Con una luz oscura de color azul, resaltará como en un club nocturno. La narrativa e hilo conductor de todo esto es la mezcla humana interna: la oscuridad y la luz, la diversión, los bailes, las risas, el trato amistoso con desconocidos, y también el abuso de sustancias, la violencia y las culpas. Una dualidad que encuentra buen paralelismo en una noche de fiesta y su día siguiente.

Josep observa el boceto (un croquis, más bien) para tratar de encajar visualmente toda la explicación teórica de Lili.

—Vale, me gusta la idea y el concepto, creo que podría salir algo bonito e interesante. Pero esto… —dice, apuntando a una forma concreta. —Esto parece… ¿Esto es lo que creo que es?

Lili sonríe y asiente.

—Guau. Pues hay trabajo que hacer, ¿no?

Ambos tienen que ponerse en marcha. Lili tiene que darle forma a todo lo que ha ideado, con su criterio artístico, para lo que necesitará elaborar bocetos, recopilar materiales y montar todas las composiciones. Josep tiene que investigar el concepto expositivo, ir seleccionando las obras, pensar en la logística y el montaje, redactar los textos y gestionar contactos.

Trabajan juntos, codo a codo, cada uno en sus funciones, pero colaborando. La casa-taller de Lili se ha convertido en su base de operaciones. Josep se pasa el día con ella para progresar a buen ritmo y tenerlo todo listo en un plazo máximo de tres meses. El margen es mínimo y clama urgencia, pero, en lugar de definir una rutina extenuante, la convierten en apasionante.

Comen, follan, trabajan, duermen. Trabajan, duermen, follan. Follan, follan, comen, trabajan.

Hacen buen equipo. Ni siquiera el estrés da lugar a malos gestos entre ellos. No se enfadan ni lamentan cuando Josep se trastabilla al intentar alzar a Lili hasta su cintura, dejando caer un collage en el que ella llevaba trabajando tres horas.

—Bueno, ya está deshecho, ahora sigue.

Josep sonríe y, como tenía previsto, alza a Liliana y la lleva hasta la cama. En los 20 días que llevan trabajando juntos, han tenido tiempo de montárselo en cada rincón de la casa. Ha comprobado que a Lili no le gusta repetir posturas, necesita innovación constante, y, por momentos, él se ha sentido más haciendo un número del Circo del Sol que echando un polvo. Pero, esta vez, ella es comedida. Se coloca encima, con la cabeza hacia sus pies, de manera que Josep tiene un plano perfecto de su trasero, generosamente despachado, que bota al ritmo del trote que marca sobre su polla.

—Liliana —gime. —Eres fuego puro.

Sí que hay repetición dentro del sexo, aunque ella quiera evitarlo. Cuando él termina de correrse y abre los ojos, siempre la encuentra a ella a su lado, sonriendo triunfante por haberle abierto de nuevo las puertas del cielo. Siempre le da un piquito. Siempre le pregunta si le ha gustado. Y siempre es la primera que palmea un par de veces su trasero, a veces su muslo, recuerda en voz alta que hay que volver al trabajo y se encamina hacia el baño para asearse.

Josep trabaja esa tarde en el calendario de fechas clave antes de la inauguración que, a falta de confirmación, tendrá lugar el último fin de semana de noviembre. Liliana echa un vistazo a la pantalla al pasar fugazmente detrás de él para alcanzar unos materiales.

—Josep, cuando envíes las notas de prensa con las citaciones, ¿te puedes asegurar de que lo reciba Marc González, por favor? —dice, señalando en la pantalla el cuadro de Excel que alberga la tarea “Enviar notas de prensa”.

Él la mira suspicaz.

—¿Estás segura? —pregunta.

—Sí. Absolutamente.

Para asegurar la asistencia de su exnovio, ella misma le manda un mensaje a WhatsApp el día después de que él reciba la nota de prensa.

“Hola, Marc. ¿Cómo estás? Oye, sé que hace unos meses que no nos vemos ni hablamos, pero me siento incómoda con esta tensión que se ha creado entre nosotros. Supongo que te habrá llegado la nota de prensa, pero, por si no, o no la has abierto, quiero invitarte directamente a la inauguración de mi exposición en el nuevo espacio Fenoi. Es inédita, creo que te gustará, y, como voz autorizada de la divulgación, nos vendrá bien tu presencia”.

Lili se ha asegurado de parecer amistosa, pero no demasiado, que aún lleva la herida de aquella crítica nefasta y, según cree, inmerecida. Parece que ha dado en la tecla con el tono porque, un par de horas después, Marc le responde con un escueto:

“Iré. Allí te veo”.

Lili conoce bien la sensación que se tiene antes de una inauguración, pero, aún así, no se acostumbra. Ni falta que hace. Es adicta a la densidad de esos nervios que casi se mastican, y que hace recorridos esporádicos desde el estómago a la garganta cada vez que piensa en la noche clave.

Hay mucho que hacer, rehacer, mover, retocar y volver a mover durante el montaje. Afortunadamente, y contra todo pronóstico, Josep es todo un profesional. Lili dudó de sus verdaderas intenciones y su criterio al principio, pero, para ser justa, también pudo pasar al revés. No sabe cómo continuará su relación después de un arranque tan atípico, pero se alegra de haber aceptado la propuesta de Josep.

Por fin llega la gran noche. Lili está más nerviosa que nunca, pero se esfuerza por mostrar aplomo. Al fin y al cabo, está rodeada de amigos, todos ellos bien comandados por su querida Juanita, que se ha revelado como una excepcional hermana sin vínculo de sangre en su gran aventura por Europa. Para ambientar la sala, la han dejado a oscuras, a excepción de unas tiras de led estratégicas en el recibidor, con las obras aún sin iluminación.

Por la puerta se cuela luz artificial de la calle que contrasta con el espacio y deja ver lo que hay fuera, así que Lili ve entrar a Marc a 10 minutos de comenzar la presentación. Bien. Parece que él se ha esforzado por intentar trasladar desgana e indiferencia, con esos pantalones rasgados que parecen sucios, la chupa y el casco de la moto. Parece que ni lo ha usado, más bien ha dejado que el aire moldee su cabello a toda velocidad. Él, incluso en la penumbra, distingue perfectamente a Liliana. Está acostumbrado a intuir sus formas entre las sombras. Como la ve rodeada, tiene la excusa, así que la saluda desde lejos y, enseguida, retira la mirada. “¿Y si está avergonzado?”, piensa ella. Pero no, ya no hay marcha atrás.

En 15 minutos, se hace el silencio en la sala para que Josep y Lili hagan la presentación. Los dos se muestran resueltos y naturales, a pesar de los nervios:

“Con Saynata, Liliana nos adentra en un viaje emocional en el que la euforia superficial de la vida nocturna se desvanece progresivamente, dando paso a la revelación de verdades disimuladas u ocultadas durante la noche, y a la sensación de decadencia y nostalgia del día siguiente. Un símil con la dualidad humana: la máscara que mostramos al mundo y las fragilidades que escondemos en nuestro interior”.

Y, por fin, el momento más esperado. Alguien enciende las luces del conjunto y revela las esculturas y collages en los que ha trabajado Liliana, con la inestimable ayuda y guía profesional de Josep. Las mezclas de colores brillantes de neón resultan inicialmente cegadoras, en contraste con la tenue luz azul oscura que sirve de ambientación. Los asistentes, en su deseo de iniciar el recorrido mientras se acostumbran a la luz, chocan brevemente unos con otros, como en un club nocturno.

En el centro se erige una silueta humana que se presenta como figura de autoridad, con corona. Sin embargo, sus genitales minúsculos, exageradamente desproporcionados, trasladan fragilidad. Se completa con recortes de texto y fotos a modo de collage con alusiones al poder, la manipulación y la crítica destructiva.

A pesar de la penumbra, Marc ha podido comprobar cómo todas las cabezas se giran hacia él tras una primera contemplación de la escultura, porque los rasgos de su cara son perfectamente reconocibles. Sin duda, es él quien la ha inspirado. Es a él a quien la autora dirige la obra.

Con toda su dignidad, pero con poca profesionalidad, Marc se gira en dirección a la puerta de Fenoi. Por el camino lo intercepta Lili, con una copa de champán en la mano.

—Espero que tengas más huevos para criticar esto que los que llevas en la escultura.

Marc no tiene tiempo a decir nada, porque Lili lo suelta del brazo, le da la espalda y se aleja. Acaba de confirmar que hay un género artístico que cuesta digerir: el arte de la venganza.