Si una persona gorda no te pone, ¿es gordofobia?
10/4/20246 min read
"—Me miras como si estuviera dando vueltas en un asador de pollos y te pones como un cerdo cuando me comes, que me falta ponerte una servilleta y darte cuchillo y tenedor. ¿Y no soy tu tipo? —pregunta".
La pregunta anterior es la que Sandra, protagonista del relato Una cuestión de peso, le lanza a Carlos cuando él le confiesa que no podría tener una relación con ella. Llevan meses viéndose y teniendo relaciones muy satisfactorias.
Hay muchas dudas genuinas sobre nuestra propia percepción de los cuerpos que están fuera de los cánones, y las cualidades que les atribuimos. ¿Presentas un nivel alto de rechazo? ¿Deberías sentir culpa por ello? ¿Está bien no querer salir con alguien con sobrepeso u obesidad? Veamos.
Qué es la gordofobia y por qué sí existe
Me he topado con frases muy aberrantes de personas con miles de seguidores en redes sociales, como esta: “La gordofobia no existe y solo es una excusa de las personas gordas para no responsabilizarse de sus acciones”. Es el argumento, en sí mismo, y es gordófobo y muy culpabilizante.
La gordofobia es el odio, rechazo y violencia basado en estereotipos y prejuicios que reciben las personas gordas, por el hecho de estarlo. Es el cuestionamiento permanente de la salud, los hábitos o la voluntad que tiene alguien que no está dentro de los cánones de belleza imperantes. Por mucho que los/as propios/as gordófobos se empeñen en negarlo, lo reconocen personas expertas en nutrición y psicología.
Las consecuencias de la gordofobia, con la humillación continua que llega a suponer, pueden englobar problemas emocionales, mentales y trastornos alimentarios.
El debate sobre la gordofobia: los argumentos
La gordofobia está muy extendida porque tenemos normalizada la mofa y el rechazo a las personas gordas. Han estado tradicionalmente infrarrepresentadas en ciertos contextos, por ejemplo, en la publicidad, ya que no son percibidas como deseables. Cuando se las ha representado, ha sido de manera arquetípica como personas descuidadas o incapaces de contenerse.
A ello se suma la posibilidad de atacar a alguien por su peso a través de las redes sociales sin que haya ninguna consecuencia, esgrimiendo argumentos como este:
“Son personas perezosas, que comen mal y no van al gimnasio”. Se obvia que el sobrepeso y la obsesidad son multifactoriales, y no solo cuestión de hábitos poco saludables.
“El sobrepeso es un factor de riesgo”. Por cierto que sea, detrás de este argumento suele haber una profunda hipocresía. ¿Acaso no hay personas que comen bien, van al gimnasio y beben como cosacos los fines de semana? ¿O fuman como la chimenea de una fábrica?
“Las personas gordas no resultan atractivas porque no están sanas”. Hay quien relaciona los impulsos sexuales o el deseo de encontrar pareja con las posibilidades de que esta sobreviva y/o pueda darte una descendencia sana. Burdo y simplista, pero, además, injusto y prejuicioso. El amor y la atracción funcionan de un modo mucho más complejo en el que no se pueden ignorar los rasgos de personalidad. Despojar a una persona gorda de cualquier cualidad, solo porque está gorda, es gordófobo.
“Hay cánones desde siempre”. Sí, pero no parten de la nada, no irrumpen en nuestras vidas de manera natural. Son constructos retroalimentados por lo que se nos muestra (y cómo se nos muestra) y lo que se nos oculta a través de los medios de comunicación, el cine, la publicidad y las redes sociales.
¿Eres gordófobo si no te pone una persona gorda?
Lo que muestra rechazo es el comportamiento, no la atracción. No dominas lo que sientes, pero sí lo que haces.
En la atracción física influyen factores biológicos, culturales y personales. No te convierte en gordófobo/a que una persona gorda no te atraiga. En cambio, si esa falta de atracción da lugar a rechazo, prejuicio o actitudes discriminatorias sí, tienes gordofobia. Estás evaluando a esa persona de manera negativa solo por la forma de su cuerpo, perpetuando estereotipos y, además, haciéndole daño.
Entre los ejemplos de gordofobia, la hipocresía es un denominador común. Puedes verla en el relato protagonizado por Sandra y Carlos, que, aunque sea ficción, recoge un caso frecuente.
Carlos podría no sentirse atraído por Sandra y eso no lo convertiría en gordófobo. Pero sí, se siente atraído por ella e inician una relación de sexo esporádico que a los dos les parece muy satisfactorio. En la intimidad sus prejuicios parecen no activarse. Pero, cuando Sandra le plantea iniciar una relación de pareja, aparece el rechazo. En ese momento sí se le puede calificar como gordófobo.
Cómo saber si tienes gordofobia
Por una cuestión cultural, tenemos muy interiorizada la gordofobia. No te sientas mal. La culpa, si aparece, debe ser funcional y servirte para reaprender y cambiar algunas actitudes. A modo de test de gordofobia, estas son algunas preguntas que puedes hacerte para reflexionar:
Cuando ves a persona gorda, ¿tiendes a pensar algo negativo sobre su estado de salud o sus hábitos?
¿Crees que la gente con sobrepeso u obesidad está así porque quiere o porque no se esfuerza lo suficiente?
¿Sueles asumir que una persona gorda es menos feliz? ¿Alguna vez, al conocer a una persona con sobrepeso y obesidad extrovertida y abierta, has envidiado o alabado su autoestima?
¿Relaciones delgadez con atractivo? ¿Crees que una persona gorda es menos atractiva? ¿Crees que tiene más problemas para encontrar pareja o tener relaciones espontáneas? ¿Te sorprende que una persona gorda tenga una pareja delgada o en su normopeso? ¿Alguna vez has dicho algo del estilo “Es guapa de cara”?
¿Dirías que subir de peso está entre tus principales preocupaciones, o es una preocupación importante? ¿Piensas frecuentemente que tú mismo/a te verías mejor con unos cuantos kilos menos? ¿Te has restringido mucho después de una comida copiosa, o incluso usado fármacos como los laxantes para tratar de aligerar?
¿Te molesta o incomoda ver a personas gordas protagonizando series o películas, con roles destacados en medios de comunicación?
¿Es frecuente que hagas comentarios sobre el físico de los demás o el tuyo propio, sea a la cara o a sus espaldas? Si los haces, ¿aludes con frecuencia al sobrepeso o a haber cogido unos kilos?
¿Relacionas delgadez con éxito? Por ejemplo, ¿has alabado alguna vez a alguien que ha bajado de peso?
¿Alguna vez te has sentido en la necesidad de decirle a alguien que no debería comer lo que está comiendo, o que debería parar de comer? ¿O darle algún consejo sobre hábitos saludables que no te ha pedido? ¿Crees que habrías sentido la necesidad de decirle algo si esa persona estuviera delgada?
¿Te sueles preocupar por la salud de las personas gordas más que por la de alguien que suele beber, que fuma o que come muchos ultraprocesados, pero está delgado/a? Si una persona con sobrepeso en tu entorno tiene alguna dolencia o molestia, ¿tiendes a pensar que es por su peso?
¿Alguna vez le has dicho a alguien que una prenda de ropa no le queda bien, porque crees que está diseñada para una persona más fina, o lo piensas?
¿Te molesta toparte con contenido de activistas antigordofobia porque crees que incitan a la obesidad? ¿Crees que la gordofobia no existe?
¿Haces chistes sobre las personas con sobrepeso u obesidad? ¿Sueles reírte cuando los hacen otros/as?
¿La palabra “gordo/a” te parece un insulto y lo has utilizado como tal?
Un chiste sobre gordofobia es un indicativo, pero no siempre se manifiesta de un modo tan evidente. Lo más frecuente es que sea sutil y esté arraigado de una manera que apenas podemos calibrar.
Cómo evitar la gordofobia
La gordofobia se puede tratar con conciencia y voluntad. Si te has hecho preguntas como las anteriores, ya tienes mucho recorrido. Créeme, es más de lo que muchas personas van a hacer.
Hay otras prácticas útiles. Una de ellas es informarte bien sobre cánones estéticos, prejuicios y diversidad corporal. Te ayudará a entender lo injustas que son las imposiciones. Es imposible que todas tengamos el cuerpo de una modelo de los 90.
Por si te sirve mi experiencia, te cuento que me he criado en un entorno en el que criticar es un gran pasatiempo. Tenía muy normalizados los comentarios sobre el físico de los demás, hasta que me cuestioné al respecto y establecí una regla: no valorar el físico de otras personas ni el mío propio. Así, de paso, mejoraba mi autoaceptación.
Me di cuenta hace tiempo de que me encontraba en la necesidad de justificarme continuamente ante los/as demás por mi cuerpo, por ejemplo, al comer algo muy calórico (“¡Uf, mañana dieta detox!”) o cuando alguien se quejaba de su propio cuerpo (“Hija, pues si tú te ves más gorda, ¿cómo me verás a mí?”). Si no entro al trapo de esos comentarios, corto el bucle o evito que vaya a más.
Vencer la gordofobia es un proceso largo y no lineal, pero es urgente aprender a ver la belleza de la diversidad y valorar a las personas más allá de su apariencia física, en un mundo en el que la imagen parece tener un peso crucial.
Fuentes útiles:
Davids Landau, M. (2023). Consecuencias de la humillación por sobrepeso, una práctica aún demasiado frecuente. National Geographic. https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2023/03/gordofobia-humillacion-por-sobrepeso-consecuencias
Nieto, A. (2023). Por qué el problema de la gordofobia es estructural y sistémico. El País. https://elpais.com/salud-y-bienestar/nutrir-con-ciencia/2023-12-09/por-que-el-problema-de-la-gordofobia-es-estructural-y-sistemico.html

